viernes, 18 de mayo de 2012


La paradoja de la Concentración y transnacionalización en las industrias culturales: Formulación de políticas públicas en torno a este fenómeno.




Por Juana Teresa Callejas.

La inserción de la industria cultural y de comunicación en las dinámicas  capitalistas monopolistas generó que se avanzara rápidamente en políticas relativas a la “desregulación” y privatización sobre los medios de comunicación. Paradójicamente  el principio democrático del “libre flujo de la información”  funcionó como una crítica que defendía a la industria cultural de las agresivas políticas comerciales[1].

En el presente artículo se pretenden exponer cómo se han enfrentado a través de políticas públicas el fenómeno de los conglomerados de comunicación desde las primeras críticas que se le hizo a este modelo, hasta lo que se formuló en materia de imperialismo cultural en las últimas décadas de la década de  los noventas.

La nueva fase histórica del capitalismo y el desarrollo de los monopolios ha implicado que los medios de comunicación  pasen a ser considerados “como entidades económicas que desempeñan una función directamente económica en cuanto creadoras de plusvalía a través de la producción de mercancías y del intercambio, y una función económica indirecta, a través de la publicidad creando plusvalía dentro de otros sectores de la producción de mercancías[2]” .La industria cultural valoriza los capitales que se invierten en ella, al mismo tiempo que opera como un espacio de legitimación de una organización social determinada[3].
En las últimas dos décadas, los grandes conglomerados de comunicaciones han acabado con el ideal de un flujo equilibrado de la información en   los países centrales y los periféricos. En la actualidad la industria de la comunicación está controlada por un pequeño grupo de corporaciones transnacionales que actúan  sobre un mapa cada vez más reducido y que se extienden indiscriminadamente en el campo de la cultura, la información y el entretenimiento.

Hasta mediados del siglo XX las grandes transnacionales de medios se concentraron en actividades como las agencias de noticias, la radiodifusión por onda corta y en la industria del cine. Más adelante en la década de los setentas se expandieron hacia otros sectores como la industria editorial, la música, la publicidad, la televisión y el internet. En esta misma década la fuerte dominación global que ejercían estas compañías empezó a ser cada vez más evidente y a representar resistencia, particularmente en los países del tercer mundo, lo cual generó que se desataran críticas en contra del imperialismo cultural.

La primera crítica directa que hicieron lo países centrales en contra del  imperialismo cultural fue en la UNESCO en 1969 en la IV Reunión del Movimiento de Países No Alineados que se llevó a cabo en Argelia en septiembre de 1973. En ella se  planteó “la necesidad de reafirmar la identidad cultural y nacional y de eliminar las secuelas nefastas de la era colonial”. Posteriormente estas críticas terminaron por consolidarse cuando  se definió cuáles eran las características que debía tener  el Nuevo Orden Mundial de la Información y las Comunicaciones (NOMIC) y con la publicación del informe McBride, donde se reclamaban relaciones y políticas más equilibradas  respecto  a la información y la comunicación entre las naciones centrales y las periféricas.

Finalmente estas discusiones terminaron cuando los norteamericanos decidieron en noviembre de 1982 no atender a las sesiones de la UNESCO que funcionaban como plataforma de discusión sobre las políticas de comunicación.  De esta forma, en 1985 Estados Unidos e Inglaterra se retiraron de la UNESCO y la International Telecommunication Union (ITU) paso a ser  la organización “facultada” para divulgar y promover las ideas de las grandes corporaciones transnacionales, contrarias a los postulados e intereses del NOMIC.

Esto hizo evidente el fracaso del NOMIC y el informe McBride en materia de políticas que regularan la comunicación, y por el contrario se siguió avanzando  rápidamente con políticas relativas a la “desregulación” y privatización sobre los medios de comunicación. Estas, fueron en su mayoría impulsadas por Tatcher y Reagan, lo que posibilitó el surgimiento y la consolidación de un gran número de transnacionales de medios. De esta forma, el tema central de las políticas de comunicación pasó de estar centrado en promover relaciones más equilibradas respecto  a la información y la comunicación para estar centrado en las políticas que respondieran a los intereses económicos de los conglomerados, tal fue el caso de la defensa de los derecho de autor.

Surgió un nuevo escenario regido por competitividad empresarial, los cual produjo profundas inequidades entre y al interior de las distintas regiones del mundo. “El dinero se convirtió en la única llave para acceder a la autopista de la información. La economía mundo basada en el libre mercado evidenció un desarrollo desigual que aparece plasmado todos los años en las estadísticas difundidas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) [4]

El PNUD ha mostrado como la idea de un mundo en el que todos viven conectados a internet y tienen acceso a la información es un simple mito publicitario. Las estadísticas muestran altos índices de analfabetismos y bajos índices de conexiones a redes, servicios públicos y consumos culturales. “el 88 por ciento de todos los usuarios de internet viven en países industrializados, que sólo representan el 15 por ciento de la población mundial. Sud Asia, hogar del 20 por ciento de la población mundial, representa menos del 1 por ciento de la población global de Internet. Mientras tanto, África, hogar de 739 millones de personas cuenta solamente con 14 millones de líneas telefónicas y un millón de usuarios de Internet[5]

Las regiones que no logran entrar en la dinámica y la lógica de economía mundo son marginadas y relegadas. Como plantea Alain Herscovici esto sucede porque el espacio “no es más regulado en función de sus lógicas propias (sociales, antropológicas y culturales) sino de las necesidades del capital transnacional”. En el caso de la industria cultural esto se presenta en el fenómeno de los conglomerados; solo unas pocas compañías controlan la producción y distribución de la gran mayoría de los contenidos e información que circula por todo el mundo. La información y los diferentes productos culturales que difunden las compañías transnacionales de comunicación  son centrales en las dinámicas capitalistas monopolistas, ya que estas participan en la construcción de un sentido común que ubica al mercado como el principal asignador de recursos al interior de la sociedad[6].

El nuevo escenario en donde, el tema central de las políticas de comunicación pasó a estar centrado en políticas de “desregulación” y acordes con los intereses de los grandes conglomerados llevo a que en la década de los noventa las barreras arancelarias del comercio y de la inversión se flexibilizaran. Durante la Ronda de Uruguay, realizada en 1994, el General Agreement on Tariffs and Trade (GATT) se avanzó con la idea de lograr una liberalización gradual de los mercados agrícolas, de telecomunicaciones y de los servicios financieros.

En estados unidos La Ley de desregulación de las telecomunicaciones, fue sancionada el 8 de febrero de 1996, acelerando el proceso de concentración de los medios de comunicación y de las empresas de telecomunicaciones. En el ámbito mundial La liberalización del sector de las telecomunicaciones se refrendó en el ámbito mundial el 15 de febrero de 1997, cuando 69 países de la OMC, que por entonces concentraban el 93 por ciento del mercado internacional, se comprometieron a garantizar el acceso sin restricciones a sus mercados para operar en telefonía básica.

Cabe preguntarse entonces hacia dónde se dirige la formulación de políticas públicas en materia de la concentración empresarial de la comunicación. Además  es sumamente pertinente preguntarnos hacia donde deberían dirigirse si consideramos los nefastos efectos que este fenómeno está generando dentro de la comunicación.

Bibliografía:
Krakowiak, Fernando Andrés. Concentración y transnacionalización en las industrias culturales. Surgimiento y consolidación de los conglomerados transnacionales de medios. - 1a ed. - Buenos Aires: Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, 2009.


[1] Comparar con: Krakowiak, Fernando. Concentración y transnacionalización en las industrias culturales Surgimiento y consolidación de los conglomerados transnacionales de medios. Pág. 4
[2] Ver en: Bis. Pág. 22
[3] Ver en: Bis. Pág. 22
[4] Ver en: Krakowiak, Fernando .Concentración y transnacionalización en las industrias culturales
Surgimiento y consolidación de los conglomerados transnacionales de medios. Pág 24
[5] Ver en: Bis. Pág 24
[6] Comparar con: Krakowiak, Fernando. “Concentración y transnacionalización en las industrias culturales Surgimiento y consolidación de los conglomerados transnacionales de medios”. Pág. 24

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