La
paradoja de la Concentración y transnacionalización en las industrias
culturales: Formulación de políticas públicas en torno a este fenómeno.
Por Juana Teresa Callejas.
La inserción de la industria
cultural y de comunicación en las dinámicas capitalistas monopolistas generó que se
avanzara rápidamente en políticas relativas a la “desregulación” y
privatización sobre los medios de comunicación. Paradójicamente el principio democrático del “libre flujo de
la información” funcionó como una
crítica que defendía a la industria cultural de las agresivas políticas
comerciales[1].
En el presente artículo se pretenden exponer cómo se han enfrentado a través de políticas públicas el fenómeno de los conglomerados de comunicación desde las primeras críticas que se le hizo a este modelo, hasta lo que se formuló en materia de imperialismo cultural en las últimas décadas de la década de los noventas.
La
nueva fase histórica del capitalismo y el desarrollo de los monopolios ha
implicado que los medios de comunicación pasen a ser considerados “como entidades
económicas que desempeñan una función directamente económica en cuanto
creadoras de plusvalía a través de la producción de mercancías y del
intercambio, y una función económica indirecta, a través de la publicidad
creando plusvalía dentro de otros sectores de la producción de mercancías[2]” .La
industria cultural valoriza los capitales que se invierten en ella, al mismo
tiempo que opera como un espacio de legitimación de una organización social
determinada[3].
En
las últimas dos décadas, los grandes conglomerados de comunicaciones han acabado
con el ideal de un flujo equilibrado de la información en los
países centrales y los periféricos. En la actualidad la industria de la comunicación
está controlada por un pequeño grupo de corporaciones transnacionales que actúan
sobre un mapa cada vez más reducido y
que se extienden indiscriminadamente en el campo de la cultura, la información
y el entretenimiento.
Hasta
mediados del siglo XX las grandes transnacionales de medios se concentraron en
actividades como las agencias de noticias, la radiodifusión por onda corta y en
la industria del cine. Más adelante en la década de los setentas se expandieron
hacia otros sectores como la industria editorial, la música, la publicidad, la
televisión y el internet. En esta misma década la fuerte dominación global que
ejercían estas compañías empezó a ser cada vez más evidente y a representar resistencia,
particularmente en los países del tercer mundo, lo cual generó que se desataran
críticas en contra del imperialismo cultural.
La
primera crítica directa que hicieron lo países centrales en contra del imperialismo cultural fue en la UNESCO en 1969
en la IV Reunión del Movimiento de Países No Alineados que se llevó a cabo en
Argelia en septiembre de 1973. En ella se planteó “la necesidad de reafirmar la
identidad cultural y nacional y de eliminar las secuelas nefastas de la era
colonial”. Posteriormente estas críticas terminaron por consolidarse
cuando se definió cuáles eran las
características que debía tener el Nuevo
Orden Mundial de la Información y las Comunicaciones (NOMIC) y con la
publicación del informe McBride, donde se reclamaban relaciones y políticas más
equilibradas respecto a la información y la comunicación entre las
naciones centrales y las periféricas.
Finalmente
estas discusiones terminaron cuando los norteamericanos decidieron en noviembre
de 1982 no atender a las sesiones de la UNESCO que funcionaban como plataforma
de discusión sobre las políticas de comunicación. De esta forma, en 1985 Estados Unidos e Inglaterra
se retiraron de la UNESCO y la International Telecommunication Union (ITU) paso
a ser la organización “facultada” para divulgar
y promover las ideas de las grandes corporaciones transnacionales, contrarias a
los postulados e intereses del NOMIC.
Esto
hizo evidente el fracaso del NOMIC y el informe McBride en materia de políticas
que regularan la comunicación, y por el contrario se siguió avanzando rápidamente con políticas relativas a la
“desregulación” y privatización sobre los medios de comunicación. Estas, fueron
en su mayoría impulsadas por Tatcher y Reagan, lo que posibilitó el surgimiento
y la consolidación de un gran número de transnacionales de medios. De esta
forma, el tema central de las políticas de comunicación pasó de estar centrado
en promover relaciones más equilibradas respecto a la información y la comunicación para estar
centrado en las políticas que respondieran a los intereses económicos de los
conglomerados, tal fue el caso de la defensa de los derecho de autor.
Surgió
un nuevo escenario regido por competitividad empresarial, los cual produjo
profundas inequidades entre y al interior de las distintas regiones del mundo.
“El dinero se convirtió en la única llave para acceder a la autopista de la
información. La economía mundo basada en el libre mercado evidenció un
desarrollo desigual que aparece plasmado todos los años en las estadísticas
difundidas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) [4]“
El PNUD ha mostrado como la idea
de un mundo en el que todos viven conectados a internet y tienen acceso a la información
es un simple mito publicitario. Las estadísticas muestran altos índices de analfabetismos
y bajos índices de conexiones a redes, servicios públicos y consumos
culturales. “el 88 por ciento de todos los usuarios de internet viven en países
industrializados, que sólo representan el 15 por ciento de la población
mundial. Sud Asia, hogar del 20 por ciento de la población mundial, representa
menos del 1 por ciento de la población global de Internet. Mientras tanto,
África, hogar de 739 millones de personas cuenta solamente con 14 millones de
líneas telefónicas y un millón de usuarios de Internet[5]”
Las regiones que no logran entrar
en la dinámica y la lógica de economía mundo son marginadas y relegadas. Como plantea
Alain Herscovici esto sucede porque el espacio “no es más regulado en función
de sus lógicas propias (sociales, antropológicas y culturales) sino de las
necesidades del capital transnacional”. En el caso de la industria cultural esto
se presenta en el fenómeno de los conglomerados; solo unas pocas compañías controlan
la producción y distribución de la gran mayoría de los contenidos e información
que circula por todo el mundo. La información y los diferentes productos
culturales que difunden las compañías transnacionales de comunicación son centrales en las dinámicas capitalistas
monopolistas, ya que estas participan en la construcción de un sentido común
que ubica al mercado como el principal asignador de recursos al interior de la
sociedad[6].
El nuevo escenario en donde, el
tema central de las políticas de comunicación pasó a estar centrado en
políticas de “desregulación” y acordes con los intereses de los grandes
conglomerados llevo a que en la década de los noventa las barreras arancelarias
del comercio y de la inversión se flexibilizaran. Durante la Ronda de Uruguay,
realizada en 1994, el General Agreement on Tariffs and Trade (GATT) se avanzó
con la idea de lograr una liberalización gradual de los mercados agrícolas, de
telecomunicaciones y de los servicios financieros.
En estados unidos La Ley de
desregulación de las telecomunicaciones, fue sancionada el 8 de febrero de
1996, acelerando el proceso de concentración de los medios de comunicación y de
las empresas de telecomunicaciones. En el ámbito mundial La liberalización del
sector de las telecomunicaciones se refrendó en el ámbito mundial el 15 de
febrero de 1997, cuando 69 países de la OMC, que por entonces concentraban el
93 por ciento del mercado internacional, se comprometieron a garantizar el
acceso sin restricciones a sus mercados para operar en telefonía básica.
Cabe
preguntarse entonces hacia dónde se dirige la formulación de políticas públicas
en materia de la concentración empresarial de la comunicación. Además es sumamente pertinente preguntarnos hacia
donde deberían dirigirse si consideramos los nefastos efectos que este fenómeno
está generando dentro de la comunicación.
Bibliografía:
Krakowiak, Fernando Andrés. Concentración y transnacionalización
en las industrias culturales. Surgimiento y consolidación de los conglomerados
transnacionales de medios. - 1a ed. - Buenos Aires: Secretaría de Cultura de la
Presidencia de la Nación, 2009.
[1] Comparar
con: Krakowiak, Fernando. Concentración y transnacionalización en las
industrias culturales Surgimiento y consolidación de los conglomerados
transnacionales de medios. Pág. 4
[2] Ver en: Bis.
Pág. 22
[3] Ver en: Bis.
Pág. 22
[4] Ver en: Krakowiak,
Fernando .Concentración y transnacionalización en las industrias culturales
Surgimiento y consolidación de los conglomerados
transnacionales de medios. Pág 24
[5] Ver en: Bis.
Pág 24
[6] Comparar
con: Krakowiak, Fernando. “Concentración y transnacionalización en las
industrias culturales Surgimiento y consolidación de los conglomerados
transnacionales de medios”. Pág. 24
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